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erguido, aspecto atlético y una cara atractiva y angulosa, bajo un cabello rubio, casi
blanco, que observó a lan con cierta incredulidad mientras éste se aproximaba.
¿Graeme...? inquirió ese hombre cuando lan se detuvo delante de él. Su voz, en
ese momento de descuido, traicionó los dos niveles en los que se movía, el gemido
áspero del matón, por debajo, y el acento educado por arriba . ¿Mis muchachos... no
hicieron nada... tartamudeó cuando usted entró?
No repuso lan . Usted es James Kenebuck, claro. Se parece a su hermano.
Kenebuck le miró.
Aguarde un minuto dejó la copa. Dio media vuelta y se movió rápidamente por
entre la multitud en dirección al recibidor, cerrando la puerta tras de sí. Por encima del
murmullo que reinaba en la habitación, los presentes escucharon primero un silencio;
luego, una breve explosión ininteligible de voces agudas y, después, una vez más, el
silencio. Kenebuck regresó a la sala, mostrando su rostro dos manchas acaloradas en las
mejillas. Se acercó a lan. Sí respondió, deteniéndose ante él . Se suponía que
debían... avisarme cuando usted llegara.
Guardó silencio, evidentemente a la espera de que lan hablara; pero lan siguió allí de
pie, estudiándole, hasta que el rubor en las mejillas de Kenebuck reapareció.
¿Bien? inquirió con brusquedad . ¿Bien? Ha venido hasta aquí para verme por
algo acerca de Brian, ¿verdad? ¿Qué pasa con Brian? añadió, antes de que lan pudiera
responder, con un tono repentinamente brutal . Sé que lo fusilaron, así que no tiene que
darme esa noticia. Supongo que querrá comunicarme que mostró todo tipo de agallas
nobles... se negó a que le vendaran los ojos y esa clase de...
No cortó lan . No murió de forma noble.
El cuerpo alto y musculoso de Kenebuck experimentó un fugaz espasmo al escuchar
esas palabras, como si las balas de un pelotón de fusilamiento invisible lo hubieran
atravesado.
¡Vaya... eso está bien! se rió enfurecido . ¡Recorre años luz para verme y, luego,
me suelta eso! Pensé que le caía bien... que Brian le caía bien.
¿Caerme bien? No lan sacudió la cabeza. Kenebuck se envaró, con el rostro
momentáneamente congelado en una expresión de perplejidad . De hecho continuó
lan , era un buscador de gloria. Eso le convertía en un mal soldado y en un oficial peor.
Le habría trasladado fuera de mi campamento si hubiera dispuesto de tiempo antes de
que empezara la campaña de Freilandia. Por su culpa, aquella noche perdimos la vida de
treinta y dos hombres de su grupo.
Oh Kenebuck se recompuso y observó a lan con una mirada agria . Treinta y dos
hombres. Los tiene en su conciencia... ¿es eso?
No repuso lan.
Cuando pronunció esa palabra, no se notó ningún énfasis especial en ella; pero, de
algún modo, para los oídos de Tyburn, la breve negativa descartaba la pregunta de
Kenebuck con una brusquedad parecida al desprecio. Los puntos rojizos en las mejillas
de Kenebuck se encendieron más.
No le caía bien Brian y su conciencia no le molesta... entonces, ¿qué hace aquí?
soltó.
Me ha traído mi deber dijo lan.
¿Deber? el rostro de Kenebuck se puso rígido.
lan metió despacio la mano en el bolsillo, como si estuviera entregando su arma a
manos de un enemigo que le tuviera cubierto y no deseara que su movimiento fuera
malinterpretado. Sacó el paquete del bolsillo.
Le he traído los efectos personales de Brian comentó.
Se volvió y depositó el paquete en una mesa que había al lado de Kenebuck. Kenebuck
bajó la vista hasta el paquete y el color de sus mejillas se desvaneció, hasta que su rostro
quedó casi tan blanco como su cabello. Luego, lentamente, como si se acercara a una
trampa, alargó el brazo y lo cogió con cautela. Lo sostuvo entre los dedos y se volvió
hacia lan, mirándole a los ojos con una expresión casi imperiosa.
¿Están aquí? preguntó Kenebuck con una voz apenas más alta que un susurro y
que tenía un énfasis extraño.
Los efectos de Brian repuso lan, observándole.
Sí... claro. De acuerdo dijo Kenebuck. Resultaba evidente que intentaba recuperar
la calma; sin embargo, su voz seguía siendo casi un murmullo . Creo que... con esto
acaba todo.
Con esto acaba todo acordó lan. Seguían con los ojos clavados. Adiós se
despidió lan.
Dio media vuelta y caminó entre la multitud silenciosa, saliendo del salón. Los tres
hombres ya no se encontraban en el recibidor. Bajó por el ascensor y regresó a su propia
habitación del hotel.
Tyburn, que al disponer de una llave maestra para los ascensores de servicio no había
tenido que cambiar de ascensor como lan, le estaba esperando cuando éste entró. lan no
pareció sorprendido de ver a Tyburn allí, y sólo le echó una mirada indiferente cuando
atravesó la habitación hacia la botella de whisky Dorsai que ya le habían llevado al cuarto.
¡Bien, ya está! explotó Tyburn con alivio . Ha conseguido verle y él le ha dejado
salir. Ya puede hacer las maletas y marcharse. Se acabó.
No repuso lan . Nada ha terminado aún. Se sirvió una copa del whisky oloroso
y oscuro y acercó la botella a otro vaso . ¿Una copa?
Me encuentro de servicio contestó Tyburn enérgicamente.
Nos aguarda un rato de espera comentó lan con calma.
Echó un poco de whisky en el otro vaso, cogió los dos y cruzó la habitación para
pasarle uno a Tyburn. Éste se sorprendió a sí mismo aceptando el whisky. lan se había
acercado hasta quedar de pie ante el ventanal. Fuera, ya había caído la noche; pero
apenas vislumbrado por las luces que provenían de los niveles más bajos de la ciudad ,
el aguanieve, en esa zona situada por encima del escudo que les protegía contra el clima,
aún seguía cayendo en forma de gotas que simulaban fantasmas oscuros y pequeños
contra el cristal transparente.
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